Este poema fue escrito en un momento muy difícil de la vida de la autora, en el cual un muy querido amigo suyo, David Tirado, fue secuestrado y asesinado. Su cuerpo nunca fue entregado a su familia para ser enterrado. En 1983 Amanda escribió este poema y lo leyó por primera público en una misa en memoria del joven, siendo impreso a su vez para cada uno de los asistentes.
Si pudiera soñar con el olvido,
Si pudiera soñar con el olvido,
sería feliz al olvidar tu nombre,
que se fuera perdiendo tu sonrisa.
Quiso el viento desvanecer tu rostro,
pero mi mente y corazón se niegan
a dejarte marchar de mi memoria.
Sombra fugaz unida al pensamiento,
ilusión de amor y ternura
quimera fugaz que arrasa el viento.